"LA TERCERA REPISA"
FANATISMO RELIGIOSO CATÓLICO, HISTORIAS DE TERROR INVENTADAS,CREEPYPASTAS DE TERROR CORTAS, HISTORIAS DE TERROR
Un temor que nadie puede entender…
La triste muchacha despertó un día, tenía temor de lo que iba a pasar después, en las paredes reposaban varios cuadros de gran tamaño, cuyos ganchos ella usaba para colgar ciertas prendas que los cubrían por completo.
Cualquiera diría que la ropa se guarda en un armario, la muchacha estaría tal vez loca, o quizá quería tan solo tener a la mano, las prendas de las que más disfrutaba.
- ¡Elena!, ¡ELENA!
- ¡¿Qué mamá?!
- ¡ya está listo el desayuno!, ¡baja rápido, que tenemos que ir a misa!
- Sí, mamá…
Suspiró la chica, quien trataba de esconder, el profundo terror que sentía, ¿terror a qué?, aún no lo sabemos, pero era un terror que fundaba en ella otros temores.
Recorrió con la cabeza gacha el pasillo, concentrando su mirada en el piso, contemplando el detalle de las flojas maderas, que por nada se salían de su sitio.
Evitaba el mirar a la esquina de la cocina, y el centro de la mesa avivaba más tu terror.
- ¡Ja!, ¡Paranoica!
Dijo su hermano cuando la vio llegar a la mesa…
- ¡pero qué hijita, ¿por qué no te peinaste?, ¿así vas a ir a ver al Señor?, ¿con esos pelos tapándote los ojos?!
La chica no respondió, pues todo lo que ella decía, eran necedades para la familia.
Ya en el coche, de camino a la iglesia, la muchacha decidió olvidarse de todo por un instante, y regocijarse con el sol de la mañana, y los verdes árboles que adornaban la calle, purificando el aire que entraba por la ventana abierta. Sonrió con calma…
- ¡Ya llegamos!
Avisó su padre, mientras apagaba el auto, y los demás miembros de la familia salían de éste uno por uno. Ella quedó de última…
- ¡qué! ¿No te vas a bajar?
Le dijo la madre que ya estaba harta, la muchacha bajó la cabeza, y le dio gusto a su madre, además, quería ahorrarse una pelea que no tenía sentido, y que ella acabaría perdiendo.
Apenas entrar a ese lugar, la muchacha percibía un aroma de muerte, un aroma de angustia, evitaba ver todo aquello, pero era demasiado, las paredes estaban prácticamente tapizadas por las mismas escenas, era imposible no verlas, pero al hacerlo, su corazón era oprimido por algo desconocido.
Evitó gritar del miedo, aunque ganas no le faltaban. Pero se contuvo, fue a sentarse junto a su familia, quienes le habían apartado el “mejor” lugar de todos, aquel que estaba junto a una imagen del Cristo, que medía lo que una persona normal.
Su cara cubierta de sangre, con su corona de espinas, una mirada perdida que apuntaba al cielo pintado tras de sí, la pintura pálida que lo envolvía, y ese brillo sintético que pretendían ostentar, parecía como si la tortura fuera aún más larga para ella.
Había en la parte de en frente, en la cual se hallaba el sacerdote listo para impartir la misa… detrás de él, tres imágenes diferentes, de vírgenes diferentes, la de la derecha llamaba totalmente la atención de Elena, quien no dejaba de mirarla a pesar del pavor, pues tenía que enfrentar sus temores, ¿o no?.
La Virgen tenía su mirada fija hacia el techo de la iglesia, pero Elena se distrajo un rato, poniéndole así una poca de atención al cura que se hallaba ya en su sermón, pero su mirada se desvió de nuevo, a la enigmática Virgen de la derecha.
Y como un flash repentino, su corazón casi se sale del lugar, cuando notó que aquella virgen, esta vez la estaba mirando a ella, y su expresión original, que era de sufrimiento y resignación, estaba ahora dotada de una infernal sonrisa, acompañada por una expresión facial que combinaba muy bien con todo aquello.
La chica no podía contener su respiración, que se volvió más rápida cada vez, el aire le faltaba, sus extremidades empezaban a adormecerse, su vista se obscureció, y cayó desmayada lentamente, mientras veía la figura difuminada de aquel Cristo sangrante, de pie junto a ella.
Tal vez el desmayo duró solo un instante, eso parecía, pero cuando la muchacha despertó, en esa iglesia, no se hallaba más que el cura y su propia familia, que la miraban con preocupación, pues a pesar de las peleas la querían muchísimo.
- ¿Estás bien, hija? –dijo el cura.
- Sí, estoy bien…
- ¿Hija, por qué te desmayaste? – dijo la madre, desesperada.
- ¿Y… la Virgen?, esa virgen que estaba a la derecha, ¿qué paso?
- ¿Virgen?... ¿Cuál Virgen?, –dijo el cura… hija, esa repisa ha estado vacía por años, solo tenemos una Virgen, la otra es una copia de la misma con otra vestimenta, nunca han habido tres Vírgenes.
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